martes, 11 de octubre de 2011

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Se coronó la noche con un sueño de esos que no sabes si es un deseo inconsciente o una simple casualidad. Al despertar está la sensación agridulce. Menos mal, fue sólo un sueño (te calmaste) y por otro lado, quisieras que se plasme en el mañana cuando todo se acalle (te enervas). Inclusive tus represalias, desearías que tampoco estén ahí afuera esperándote. Pero no podes vivir de ensueño en ensueño.
Si no existiera la cobardía probablemente estarías viviéndolo, no es ningún imposible. Lo pensaste demasiado y se te escapó de las manos. El vaivén de tu cabeza es mortífero. Todavía no estás convencido aunque pronto te vas a desatar y ahí si… te perdimos efectivamente. La soga es invisible y perceptible, únicamente, para quienes son buenos observadores. Por suerte de esos no quedan, de no ser así estarías muy expuesto como improvisto de ropa interior adecuada, o bien desnudo. Completamente inerte, preferirías ponerte a dormir y volver al sueño que empezó a maquinar tu cabeza de manera atroz.
Las inhibiciones te amordazan, te atan de manos y pies. Ya hicieron, deshicieron, hablaron y enmudecieron por vos. Estás a un centímetro de que pase algo ¿alucinante? Tal vez, pero seguís atrás de las paredes desojando margaritas, esperando quién sabe qué más. Las preocupaciones te hicieron un hueco en la cabeza y ya no hay disfraz que te quepa. Opta por las pequeñas liberaciones. Algún día, factiblemente, desearas perseverar despierto.

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