domingo, 15 de enero de 2017

Tirar, donar, vender y sanar

Antes de empezar con el sinsentido que me caracteriza quisiera expresar el inmenso amor que le tengo a este blog. Textos malos, buenos, incomprensibles, depresivos, lo que sea en el momento que lo precisaba. Generalmente no tengo ningún lector en mente, es mi momento egoísta esplendoroso que se abre camino y se deja llevar por lo que sea que está transitando (como está ocurriendo en este mismo instante). Me encanta saber que dentro de mi desorden generalizado acá encuentro congelados muchos momentos que tendrán algún tipo de importancia para mí, la computadora podrá explotar en mil pedazos, el papel podrá arder pero este blog permanecerá. No voy a mentir muchas veces releo y me genera una vergüenza descomunal. Sin embargo, prevalecerá mi auto comprensión y mi pequeñísima estima.
Ahora bien, en este momento estoy en pleno proceso de limpieza lo digo de modo figurativo y también literal. Se trata de una habitación que se mantuvo intacta por muchos años con papeles, libros, cartas, juegos, estudios, fotos, regalos, ropa, etc. Un verdadero desastre (y no, no tengo el síndrome de Diógenes) pero entiendo que en esa habitación llenísima de cosas también guardaba mi cobardía. Había que abrir la puerta poner manos a la obra, observar y discernir qué es aquello que debe irse, lo que queda y aquello que DEBE transformarse. En breve cumplo 30 (miiiiiierda) tal vez eso tenga que ver… me dio algo de fortaleza para abrir alguna carta cerrada, alguna foto escondida. Algunos tesoros encontrados en este “depósito” me desintegraron la garganta aunque no lloré, no aflojé y no cerré la puerta de la habitación. Sigo con mis ganas de terminar el trabajo que empecé. Los que me rodean ni se imaginan la terapia que me estoy mandando ahí metida entre bolsas de consorcio y cajas.

La última reflexión que voy a dejar… desde chica sentí que llegaba tarde a las cosas, la manada las descubría antes y yo era la freak que caía 10 años más tarde. Es decir, a los 30 la mayoría de las mujeres (no toooodas, pero tengo que generalizar sorry) está tratando de agarrar el último bondi que la deja en la casa de la esquina con la cerquita blanca el perro lanudo, el bebé regordete y el tipazo que lo acuna. Y yo recién empezando a limpiar la habitación y relatándolo súper heroica, sin ningún tipo de deseo de correr siquiera el camión de basura. ¿Preocupante?