Pegada a la ventana con las bombas y fuegos artificiales de fondo, pegada a la esperanza absurda de que tal vez en un segundo nos conectemos. Desperdicié muchas horas y ahora, en vano, arreglada de pies a cabeza espero lo imposible. La cara toda pintarrajeada, para que al fin las lágrimas desbaraten mi obra de arte.
Ni calor, ni frío. Con unas migajitas de satisfacción, me hice un festín una semana entera. Cuando reconocí que algunos tantos estaban sólo para el jolgorio y otros tantos para hacerla más cuesta arriba. Y peor aún son ellos quienes se declaran pobres victimas.
Decreto, finalmente, un buen final para los míos y para mi corazón. Que mis argumentos sacudan el tablero y llenen el mierdero de puras verdades. Por favor que ya no se generen incendios y si lo hacen… no me pisen la manguera. Ni llantos, ni miedos, pura dicha.
Pedacito de cielo que triplicaste mi fortaleza y aligeraste mis pasos. Le diste claridad a mi cabeza y la balanza es positiva. Solita pero con la espalda ensanchada, me diste el ánimo necesario. Tengo el manual memorizado y la simbiosis sigue intacta. Palabras imborrables, aunque el tono de tu voz se haga día a día más tembloroso y lejano.
Te amo mona. Feliz año
sábado, 31 de diciembre de 2011
jueves, 29 de diciembre de 2011
Un año sin vos
El segundo cuando las piernas se aflojaron, me quedé en el piso a llorar con mi hermano destruido tratando de consolarme. Me sumí a su abrazo. Después recordé que él también merecía mi consuelo. Estaba enceguecida y no podía revertir el rol. Los minutos cuando entendíamos, de la peor manera, que nos quedábamos sin nuestra luz que todo lo aquietaba. Las primeras horas entre la pesadilla más pesada y tus incertidumbres que no podía colmar. El maquillaje no daba resultado, notabas que algo pasaba. La falta de apetito que no podía justificar porque el odio y el bullicio mental me lo impedían. Los días más inefables entre el silencio y la congoja. Semanas al cuidado y la vigilia impotente. Mi debilidad a punto de explotar pero sólo quería protegerte. Así que lo guardaba todo. Los meses más híbridos entre la esperanza y el desaliento más espantoso. No quedaba nada más para mí, todos sinsentidos.
Recuerdo escenas que me desarmaron y hoy me angustian. También instantes que viviría mil veces porque estuviste plena y radiante como tantas otras veces. Un apretón de manos ante la molestia, una caricia, rezos, un beso, muchos piquitos, un helado, una taza de café con leche, unos cuantos “que sueñes con los angelitos”, una sonrisa legítima, el pedido de un cigarrillo, un perfume, el regalo que no llegaste a recibir, tus lágrimas y las mías entrecruzadas en el mismo dolor. De a poco te apagabas y mis ilusiones se desvanecían en vos. El maldito cáncer que invitaba a dar una pelea sabiendo, desde el vamos, que nos ganaba. Pero te querías aferrar a la vida, a la tuya, la mía y la de Pedro. No te querías ir y no queríamos que te vayas.
Te fuiste el día de los inocentes, tu impronta sin más ni menos. Pasó Enero, Febrero y así hasta volver al mal recordado Diciembre con sus benditos estigmas. Podría hacer prácticamente la misma descripción para recapitular los meses obviados pero sólo se resuelven con una palabra: inercia. Me quedo tildada no tengo mucho más para aportar. Sólo que no estuviste y te necesité demasiado. Nuestro amor fue fuerte e intenso. Tu “Lucha” se quedó sin corazón, sin aire, sin luz… vacía hasta la médula. De repente me siento tan pequeñita. Te amo y posiblemente siga siendo una dependiente perpetua de tu recuerdo porque no hay dolor que lo equipare, ni felicidad suficiente que lo aplaque.
Recuerdo escenas que me desarmaron y hoy me angustian. También instantes que viviría mil veces porque estuviste plena y radiante como tantas otras veces. Un apretón de manos ante la molestia, una caricia, rezos, un beso, muchos piquitos, un helado, una taza de café con leche, unos cuantos “que sueñes con los angelitos”, una sonrisa legítima, el pedido de un cigarrillo, un perfume, el regalo que no llegaste a recibir, tus lágrimas y las mías entrecruzadas en el mismo dolor. De a poco te apagabas y mis ilusiones se desvanecían en vos. El maldito cáncer que invitaba a dar una pelea sabiendo, desde el vamos, que nos ganaba. Pero te querías aferrar a la vida, a la tuya, la mía y la de Pedro. No te querías ir y no queríamos que te vayas.
Te fuiste el día de los inocentes, tu impronta sin más ni menos. Pasó Enero, Febrero y así hasta volver al mal recordado Diciembre con sus benditos estigmas. Podría hacer prácticamente la misma descripción para recapitular los meses obviados pero sólo se resuelven con una palabra: inercia. Me quedo tildada no tengo mucho más para aportar. Sólo que no estuviste y te necesité demasiado. Nuestro amor fue fuerte e intenso. Tu “Lucha” se quedó sin corazón, sin aire, sin luz… vacía hasta la médula. De repente me siento tan pequeñita. Te amo y posiblemente siga siendo una dependiente perpetua de tu recuerdo porque no hay dolor que lo equipare, ni felicidad suficiente que lo aplaque.
martes, 20 de diciembre de 2011
new age
Cabezas vacías que piden a gritos una columna para sostenerse. Armaduras endebles que aprietan y buscan la solidez definitiva. La presión ambiental y la interferencia de poder. Quedan piezas por armar. Para comenzar la reconstrucción de lo destruido o dañado, los parches no son solución en lo absoluto. El recuerdo de lo nefasto no sirve, si su actitud se mantiene acrítica. La verdadera revolución se dará cuando los problemas se ataquen de raíz y no exista ningún tipo de especulación. Ceder ante tamaña problemática no tiene justificativo. El gran flagelo cerebral de nuestra era no es la abundancia informativa, sino simplemente la droga. Esas grandes ausencias que reducen una persona a la nada. Así y todo, la cuerda se tira una vez más. Abrí un libro, entra en otra dimensión.
lunes, 5 de diciembre de 2011
fatality wins!!
¿Es necesario que le llore a un desconocido? Imagino que no. Es preciso que la cabeza responda certezas. Es ineludible que esto sea insostenible y genere una situación arisca después de otra. Es absurdo que te sostenga cuando ya estoy camino abajo. Es imperioso que un boludito me haga la pregunta más patética. Eso no merece la ignorancia en formato de silencio. Sólo una puteada a tiempo que lo ubique en su órbita. Después se preguntan por qué uno anda deambulando solito con su alma. Las pruebas hablan por sí solas. Pero, como siempre, es fácil como diría Doña Rosa “hablar a boca de jarro” o a mi entender hablar al reverendo pedo. De repente, se torna obligatorio que jamás te hayas ido. Sólo en los sueños logras cobijarme en tu regazo. Al entreabrir los ojos y ver las líneas de luz que se perfilan en la persiana, sabré que es de mañana y que ya no pertenezco al lugar de calma.
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