Siempre vuelve
esa sensación que toma formas bestiales y que antaño me devoraba
figurativamente. Era muy similar a aquellos viejos miedos en mi infancia o esos
lugares que solían ser enormes y hoy son tan minúsculos, tan grisáceos. Mi ojo
de niña engrandecía y paliaba absolutamente todo. Lo recordé ayer y sentí en un
minuto que me asfixie.
Todo disminuyó pronto
pero los resabios son un tanto peligrosos porque reavivan sentimientos como
sucede con el aire que alimenta el fuego.
En los ojos de
él encuentro destellos de la seguridad que jamás construí.
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